Presentación

«Lo granadino está dentro de mí. La impronta, lo grabado en mi memoria y en mi espíritu en la infancia, sigue existiendo. No se pierde. Yo, en la extrema vejez en que estoy, me doy cuenta de que mi personalidad está fraguada por las experiencias de mi infancia y adolescencia», afirmaba Francisco Ayala en una entrevista realizada en 2002, a los 96 años de edad.

Su infancia y su adolescencia tuvieron por escenario la Granada de comienzos del siglo XX: la reciente Gran Vía y los alrededores de la catedral, donde vivían sus padres cuando él nació; el barrio de San Antón, al que se trasladó después su familia; el Albaicín, donde también residieron una temporada… Esos son algunos de los paisajes que dejó atrás cuando se marchó (primero a la capital y más tarde al exilio), y que no pudo recuperar hasta mucho tiempo después.

Tardaría, en efecto, casi cuarenta años en volver a pisar su ciudad natal, en 1960; y casi otros veinte más en hacerlo como escritor y figura pública, en 1977. Granada, que ya casi no recordaba a Ayala, tuvo a partir de entonces la suerte de poderlo recuperar, como atestigua esta exposición. Su legado material e intelectual pertenece a la ciudad tanto como su obra forma parte de la literatura universal.


Francisco Ayala con sus padres y sus hermanos.

1906-1922

El paraíso

Ayala en Granada

Vista aérea de Granada desde el río Genil, hacia 1957.

1960

Retornos

Ayala en Granada

Francisco Ayala ante el palacio de Carlos V

1977, 1983, 1985

Retornos

Ayala en Granada

Francisco Ayala asiste a la procesión del Corpus desde el balcón del Ayuntamiento, en 1987.

1987, 1990, 1994

Retornos

Ayala en Granada